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Rosa Navarro |
Pregunta: ¿Qué impresión general le han causado los alumnos del instituto Camilo José Cela? ¿Se sintió a gusto en su compañía?
Rosa Navarro: Fueron para mí el mejor público posible. No todos pudieron sentarse cómodamente porque la sala era pequeña, y ellos eran muchos; y, a pesar de esto, me escucharon con muchísima atención, contestaron con acierto y agudeza las preguntas que les iba haciendo y mostraron así que seguían perfectamente mi explicación. Incluso puedo decir que ellos, guiados por mí, construyeron sin dificultad la cadena de deducciones que he ido haciendo yo con el tiempo. Me sentí tan a gusto con ellos que no me di cuenta del paso del tiempo, del esfuerzo de estar hablando, de nada. Fue un auténtico placer compartir ese rato con ellos.
P ¿Cuál fue el motivo que la llevó a investigar la autoría de El Lazarillo?
R N: Como les dije a ellos, todo empezó por azar: me di cuenta de una anomalía en la transmisión del texto y empecé a formular una hipótesis. Esta me llevó a otra, a otra... y así hasta toparme con el autor de la obra. Resultó que descubrí que era ¡Alfonso de Valdés!, uno de los escritores que yo conocía muy bien porque había editado sus dos obras anteriores: el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma y el Diálogo de Mercurio y Carón (mis ediciones fueron publicadas en 1992 y 1999 en editorial Cátedra). Cuando me di cuenta (por azar y por mis conocimientos adquiridos con muchas lecturas) de que el último párrafo del prólogo no formaba parte de él, sino que era ya el comienzo de la obra, fue en agosto de 2001. Como cualquier investigador, empecé a formar una cadena lógica de deducciones a partir de un hecho (corroborado por una anomalía manifiesta en las dos ediciones de 1554 que se consideran más cercanas a la primera edición, perdida), e inevitablemente todo ello me llevó al autor. Alfonso de Valdés, secretario de cartas latinas de Carlos V, conquense, de origen judío, se carteaba con Erasmo y era el principal defensor de su pensamiento: la necesidad de reformar el comportamiento de los miembros viciosos de la Iglesia, la crítica a unas prácticas religiosas externas vacías de contenido. Todo ello está en el texto del Lazarillo, que no es una novela inocente sobre la vida de un pobre niño pícaro, porque ni es pícaro, ni es su vida el centro del relato; sino que lo es el comportamiento vicioso de sus amos (cinco de los cuales pertenecen a la Iglesia). Y la novela, prohibida por la Inquisición, es una sátira muy aguda contra ellos, contra el cruel ciego rezador que no cree en las oraciones de las que vive, contra el mezquino clérigo de Maqueda que mata de hambre al pobre Lázaro, contra el buldero que, para conseguir dinero vendiendo bulas, finge un milagro; contra el fraile de la Merced, que abusa del muchacho Lázaro; contra el capellán que explota a Lázaro como aguador y le exige que le dé todos los días treinta monedas (como Judas, vende al pobre, que es imagen de Cristo), contra el arcipreste de San Salvador, un cura amancebado que lo ha casado con su manceba para disimular. Solo su amo el escudero no pertenece a la Iglesia, sino que es un cortesano, pero sin trabajo, vanidoso, hipócrita (finge lo que no tiene), pero que no es mala persona y trata bien a Lázaro; él le tiene lástima e incluso mendiga para que puedan comer los dos (¡cómo va a ser un pícaro ese pobre muchacho!).
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Rosa Navarro durante su intervención en la biblioteca del centro |
R N: La intuición fue la chispa inicial de todo: el decirme a mí misma que ese párrafo estaba mal puesto, que en él hablaba ya Lázaro a "Vuestra Merced" y no el autor a sus lectores. Lo demás es trabajo, puro trabajo; ante un hecho extraño, hay que formular una hipótesis e intentar corroborarla. Y luego seguir deduciendo nuevos hechos. La autoría, que es lo que le interesa a todo el mundo, es solo el final del camino; a mí me parece esencial la lectura adecuada del contenido del texto, la forma que tiene: una declaración de Lázaro, a quien le han pedido que cuente lo que sabe del "caso" porque él es vecino del arcipreste y está casado con su criada. Y quien manda que se haga una información es una dama que se confiesa con el arcipreste y a la que han llegado los rumores de que es un clérigo amancebado; le interesa muchísimo saber si
es verdad, porque, si así fuera, peligrarían los secretos de su confesión. Darme cuenta de que el autor era Alfonso de Valdés y poder empezar a investigar en ese sentido solo fue posible por mi conocimiento profundo de la obra del escritor. Solo así me di cuenta de que los temas tratados eran los mismos, de que utilizaba expresiones semejantes, de que su posición ante la Iglesia era la misma. Sus dos Diálogos no fueron publicados en España, sino en Italia, y aparecieron también anónimos. Solo en el siglo XIX se le devolvió la autoría del primero, y hasta 1925 no se le devolvió la del segundo. Estoy segura de que, si no llevara a mis espaldas años y años de trabajo como filóloga, no podría haber "visto" nada.
es verdad, porque, si así fuera, peligrarían los secretos de su confesión. Darme cuenta de que el autor era Alfonso de Valdés y poder empezar a investigar en ese sentido solo fue posible por mi conocimiento profundo de la obra del escritor. Solo así me di cuenta de que los temas tratados eran los mismos, de que utilizaba expresiones semejantes, de que su posición ante la Iglesia era la misma. Sus dos Diálogos no fueron publicados en España, sino en Italia, y aparecieron también anónimos. Solo en el siglo XIX se le devolvió la autoría del primero, y hasta 1925 no se le devolvió la del segundo. Estoy segura de que, si no llevara a mis espaldas años y años de trabajo como filóloga, no podría haber "visto" nada.
P. ¿Qué rasgos de la escritura de Alfonso de Valdés revelan la autoría de El Lazarillo?
R N: Los asuntos tratados en sus dos Diálogos y en el Lazarillo son los mismos: la falta de caridad de muchos miembros de la Iglesia, necesitada de reforma; la avaricia, la lujuria, la hipocresía de muchos clérigos de esa primera mitad del XVI. El género literario de los dos Diálogos es distinto al de ese monólogo de un personaje analfabeto como es Lázaro, y, por tanto, el estilo es forzosamente diferente. Pero en mi página web (www.elazarillo.net) tengo colgada una lista de "concordancias", y hay palabras y palabras repetidas en sus tres obras. Sin embargo, el argumento que yo considero más sólido es la prueba que aporto de que la persona que escribió los dos Diálogos había leído un montón de libros (y algunos muy raros) que también había leído el autor del Lazarillo; es decir, que es el mismo lector y, por tanto, la misma persona. Las lecturas afloran en detalles de los tres textos, ¡las mismas lecturas!
P: ¿Hay pruebas documentales de esta atribución?
R N: Si existiera un documento, ya no sería una atribución, sino una verdad probada. Y la ciencia no avanza con documentos, sino con deducciones sólidas. Pero puedo añadir que no hay documento alguno que pruebe que su hermano Juan de Valdés fue el autor del Diálogo de la lengua (y así es), y nadie lo pone en duda. Yo he aportado muchísimas más pruebas (léxicas, históricas, literarias, ideológicas) que las que hay para probar otras autorías que no se cuestionan. Bien es cierto que La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades es una obra capital (por eso hablo yo de que he pescado una ballena); pero no hay más que unir las tres primeras letras del título (leídas al revés, como leen los hebreos) a las tres últimas, y aparece el
apellido del escritor: LA V / DES: Valdés. Por ello la obra se llama "La vida" y no solo "Vida de ...", que era lo común. Y podéis hacer la prueba con los títulos que queráis y no sale nada, ¿por qué precisamente en este sale el apellido del escritor que yo he probado con montones de pruebas que es el autor? Y puedo decir que me di cuenta de esa clave muchísimo después, y además anduve buscando por todas partes alguna pista que hubiera dejado el escritor de su identidad (en la forma en que la dejó Fernando de Rojas en La Celestina, obra que había leído muy bien Alfonso de Valdés), ¡y la encontré en el propio título!
apellido del escritor: LA V / DES: Valdés. Por ello la obra se llama "La vida" y no solo "Vida de ...", que era lo común. Y podéis hacer la prueba con los títulos que queráis y no sale nada, ¿por qué precisamente en este sale el apellido del escritor que yo he probado con montones de pruebas que es el autor? Y puedo decir que me di cuenta de esa clave muchísimo después, y además anduve buscando por todas partes alguna pista que hubiera dejado el escritor de su identidad (en la forma en que la dejó Fernando de Rojas en La Celestina, obra que había leído muy bien Alfonso de Valdés), ¡y la encontré en el propio título!
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Alumn@s de 1º de Bachillerato durante la conferencia |
R N: Sé que es imposible que esto suceda, y desear lo imposible crea infelicidad. Y por ello no quiero ni imaginármelo porque vivir la vida es maravilloso y hay que luchar sobre todo por la felicidad propia y la de los demás. Bien es cierto que cuando encuentro a alguna persona –¡son pocas, pero existen: entre ellas, dos profesores vuestros!– que me dicen que les he convencido y que es así, como yo demuestro, la sensación de alegría que vivo entonces es hondísima. Yo tengo que seguir investigando y encontrar nuevos detalles que se vayan acumulando, y sé que años después de mi desaparición, habrá personas sin prejuicios que leerán lo que yo voy dejando escrito (he publicado ya mucho y sigo en ello) y verán que tengo razón: que Alfonso de Valdés, un humanista, un prosista excepcional escribió una de las obras capitales de la literatura
universal. Eso es lo que me interesa: que se reconozca su valía y que figure él en la historia de la literatura española por lo que escribió, por ser el autor del Lazarillo. Ya he conseguido que el centro de la UNED en Cuenca lleve su nombre, y así sus compatriotas empiezan a darse cuenta de la inmensa valía de ese gran humanista, que el propio Erasmo reconocía; que fue mano derecha del canciller del Emperador, Mercurino Gattinara, y persona de confianza del propio Emperador, que tal vez pensó incluso en nombrarle a él canciller (como apunta su hermano). Pero la peste segó su vida en Viena. Nos dejó esa maravilla que es el Lazarillo, y hay que dar a cada uno lo suyo. Tener una pasión en la vida es esencial, y luchar por ella: investigar es apasionante.
universal. Eso es lo que me interesa: que se reconozca su valía y que figure él en la historia de la literatura española por lo que escribió, por ser el autor del Lazarillo. Ya he conseguido que el centro de la UNED en Cuenca lleve su nombre, y así sus compatriotas empiezan a darse cuenta de la inmensa valía de ese gran humanista, que el propio Erasmo reconocía; que fue mano derecha del canciller del Emperador, Mercurino Gattinara, y persona de confianza del propio Emperador, que tal vez pensó incluso en nombrarle a él canciller (como apunta su hermano). Pero la peste segó su vida en Viena. Nos dejó esa maravilla que es el Lazarillo, y hay que dar a cada uno lo suyo. Tener una pasión en la vida es esencial, y luchar por ella: investigar es apasionante.
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